El principal problema del acné es el estético, sobre todo en las formas de acné severo. Esta tipo de acné puede llegar a ser desfigurante y causar un trauma emocional al paciente, por lo que es importante la ayuda de un buen dermatólogo.
Para tratar el acné disponemos de diferentes tratamientos, en función de las necesidades de la piel del paciente. Algunos tratamientos son cremas o geles y antibióticos por vía oral. También se pueden aplicar tratamientos especiales tales como la isotretinoína, que es un derivado de la vitamina A y cura prácticamente todas las formas de acné. Además, se pueden aplicar tecnologías indoloras como la fototerapia con máscara LED.
Para las cicatrices de acné podemos optar por los peelings, la microdermabrasión o el láser.
El acné es una de las consultas más frecuentes a los dermatólogos porque afecta al 85% de los adolescentes y a un 12% de adultos sobre todo mujeres. Aunque no es una enfermedad grave, es causa de trastornos psicológicos tales como la falta de autoestima, depresión y/o ansiedad.
El acné es una enfermedad inflamatoria de la piel que afecta al folículo pilo-sebáceo. En el acné existe una hiperseborrea o aumento de la producción de grasa lo que favorece la formación de comedones. Estos comedones, que son pequeños quistes en donde se acumula la grasa, proporcionan las condiciones ambientales adecuadas para que prolifere una bacteria llamada Propionobacterium acnes, causante de las lesiones inflamatorias que aparecen. Además, también influyen otros factores como es la predisposición genética (historia familiar), la dieta, fármacos como los anticonceptivos orales o la vitamina B12, la polución, el uso de cosméticos e incluso el tabaco, aunque todavía no se ha podido demostrar, aunque si el uso de cannabis. El estilo de vida, el estrés, la falta de sueño también son factores que repercuten negativamente en el acné.
El acné juvenil es una condición de la piel en la que aparecen poros obstruidos o dilatados (puntos blancos o negros, respectivamente), granitos inflamados y bultos más profundos, llamados nódulos. Estos síntomas aparecen tanto en la cara como en el cuello, pecho, espalda, hombros y brazos.
El acné rosácea o rosácea es una erupción crónica que se localiza exclusivamente en la parte central de la cara. Es decir, en nariz y mejillas.
En un inicio aparece un enrojecimiento o cuperosis en dichas áreas, con brotes de sensación de quemazón o de pinchazos. Con el tiempo, estos síntomas evolucionan y aparecen granos y pústulas.
La rosácea afecta más frecuentemente a mujeres, sobre todo de piel clara. En los hombres es típico que se enrojezca la nariz y con el tiempo se engruese, es lo que se denomina rinofima.
El tratamiento para la rosácea es la aplicación de antibióticos tópicos u orales como las tetraciclinas y, en caso más severos, retinoides. La cuperosis o enrojecimiento de las mejillas y/o de la nariz nariz se puede tratar con láser para conseguir no sólo una mejoría estética, sino también las sensación de calor o quemazón.
El tratamiento es importante y debe estar dirigido para controlar 3 importantes factores: tratar las lesiones activas e inflamatorias para impedir que aparezcan las indeseables cicatrices de acné; evitar las recaídas dado que el acné es una enfermedad recurrente y, por último y no menos importante, tratar las secuelas como son las cicatrices o la hiperpigmentación post-inflamatoria.
Publicaciones científicas recientes (1) muestran una relación entre la aparición de acné y algunos alimentos, especialmente la leche (sobre todo la desnatada) y las dietas ricas en hidratos de carbono y azúcares refinados. Se ha observado que la incidencia del acné es prácticamente nula en países no occidentalizados en donde la dieta es baja en hidratos de carbono y la población no consume ni azúcares ni leche ni derivados. Es por eso que se aconseja una dieta sana sin azúcares refinados ni abuso de hidratos de carbono y el consumo como máximo de 2 vasos de leche al día.
Cuando este problema dermatológico es consecuencia de cosméticos con alto contenido en aceites o el abuso de maquillajes que favorecen la aparición de comedones, lo denominamos acné cosmética. Es importante la higiene diaria mañana y noche con agua y jabón y evitar cremas de todo tipo, ya que las pieles con acné ya tienen un exceso de grasa.
La polución, además de favorecer el envejecimiento de la piel, también empeora el acné porque aumenta la producción de radicales libres. En China se ha realizado un estudio durante 8 semanas y han demostrado la relación entre la polución ambiental y un aumento de los niveles de sebo y de las lesiones inflamatorias y no inflamatorias del acné (2).
Para el tratamiento médico y por tanto específico del acné hay establecidos unos protocolos en función del grados de severidad y del tipo de lesión. El tratamiento ideal debe ser rápidamente efectivo y con mínimos efectos secundarios para garantizar que el paciente lo cumpla, lo cual no siempre es fácil.
Para las formas de acné leves o moderadas el tratamiento tópico es la primera elección. Como opciones tenemos los retinoides tópicos que actúan sobre los comedones o micro quistes pero también tiene un efecto antiinflamatorio por lo que también se puede aplicar en los casos de acné inflamatorio en donde las pápulas y pústulas están presentes. Siempre es mejor combinarlo con antibióticos tópicos para potenciar el efecto de ambos tratamientos. Por otra parte, los antibióticos tópicos también los podemos combinar con el peróxido de benzoilo. El peróxido de benzoilo actúa eliminando el Propionibacterium acnes, pero también es un efecto antiinflamatorio importante (3).
Si el acné es severo o no acaba de mejorar con tratamiento tópico se aconseja dar antibióticos orales durante unas semanas y en los casos más graves ya se necesita la isotretinoína oral durante como mínimo 6 meses, siempre prescrito por un especialista en dermatología.