Imaginemos una pirámide con 3 pisos, y en cada uno utilizaremos un grupo u otro de productos cosméticos.
En la base se encontrarían los cosméticos fundamentales y básicos en la vida diaria, entre ellos destacar los fotoprotectores solares y los antioxidantes tales como la vitamina C. Los antioxidantes ayudan activamente a tener una piel sana y saludable, reduciendo el daño del DNA celular provocado por los factores ambientales como el sol, el tabaco y la polución. Según la concentración de antioxidantes, también aumentan la producción de colágeno, dan luminosidad y reducen las manchas y las arrugas más finas de la piel.
La parte media de la pirámide está dirigida a aquellas personas en las que el proceso del envejecimiento es incipiente. Se basa en la utilización de cosméticos que hidraten y exfolien la piel de forma sutil. Los cosméticos más representativos de este grupo son los retinoides, o también llamados derivados de la vitamina A, y los alfa hidroxiácidos. Ambos evitan la pérdida de agua a través de la piel y aumentan el volumen de las diferentes capas de la piel gracias a su capacidad de hidratación, lo que clínicamente se traduce en una reducción de las líneas finas de la piel.
En la parte más alta de la pirámide se encuentran los cosméticos más innovadores y modernos. Estos actuarían a nivel de la proliferación celular, por lo que su mecanismo de acción no tiene nada que ver con los anteriores. Son cosméticos que contienen péptidos y factores de crecimiento, y tienen la capacidad de estimular la producción celular. Estas células serán la encargadas de reparar los tejidos que se van dañando a lo largo del proceso del envejecimiento. Estos productos son de alta calidad y tiene muchos beneficios sobre la piel, siempre y cuando hayamos actuado a nivel de la base y la parte media de la pirámide.